martes, 14 de julio de 2009

EL AIKIDO EN TIERRAS AZTECAS-MEXICAS



MANUSCRITO NO 1


Con este Manuscrito, iniciamos esta serie de historias y reseñas del aikido en tierras mexicanas, que abarcarán todo el desarrollo que ha tenido, desde sus inicios hasta la actualidad. Devenir que se ha dado en forma paulatina y que se ha presentado con sus altibajos modales, típicos de los tiempos modernos que vivimos, con sus ciclos de tipo económicos como culturales.

Tenemos, que una de las primeras exhibiciones del arte creado por Morihei Ueshiba, de que se tiene memoria en tierras del Anáhuac, fue en el singular año de 1968, año en que se celebraban los XIX Juegos Olímpicos. En esa ocasión, dentro del programa olímpico de espectáculos que se realizaron para esa justa deportiva, le tocó al maestro de karatedo Manzo Iwata, dar exhibiciones del “arte de la mano vacía”, estilo shito ryu. Y que a la vez presidió el Primer Torneo Mundial de Karatedo que se llevó a cabo en el Auditorio Nacional, en la capital mexicana.

Para esos años, el aikido del Aikikai de Hombu Dojo de Tokio, se encontraba en plena expansión, pues ya desde años atrás, se enviaban periódicamente maestros exponentes a todos los lugares donde se podría desarrollar el aikido, y para ese año se prestaba adecuadamente el evento y el lugar, pues sería un gran escaparate mundial deportivo y cultural, las Olimpiadas modernas.

Para esos años, el mexicano, sobre todo el residente del DF, ya conocía perfectamente el karate, y en especial el shito ryu, pues desde los finales de los cincuenta, se estaba practicando este budo; hasta se contaba con la Asociación Mexicana de Karatedo y Artes Afines, A.C., que empezó a funcionar en un lugar localizado en las calles de Nuevo León # 230, esquina Quintana Roo, colonia Roma, en la ciudad de México desde octubre de 1959.

La exhibición de aikido en un evento de karate, al parecer no estaba programada, y dice la crónica de esos días que en un descanso de la exhibición de karate, el maestro Iwata, se colocó una hakama y empezó a proyectar y nulificar el ataque de su oponente de una forma, totalmente distinta a la técnica directa y de choque del karatedo. El público, en ese entonces, no entendió de qué se trataba, sólo captó que era otra técnica muy distinta, completamente diferente del karate; y como buen japonés, Manzo Iwata, no dio muchas explicaciones, ni se preocupó de que su público entendiera mínimamente el “camino de la armonía de la energía”. Sin embargo, para el espectador fue toda una revelación y, esa informal demostración se convirtió en un parte aguas en la cultura de las artes marciales en el país. La demostración dejó en el público una velada admiración, ya que sus formas se vieron de una plasticidad y elegancia asombrosa, a diferencia de las katas y el estilo del shito ryu, con su clásica rigidez y tosquedad.

Así fue uno de los primeros encuentros de los mexicanos con el aikido, no es el único, pero sí uno de los más significativos. Más adelante, en otros Manuscritos, seguiremos comentando reseñas y crónicas del desarrollo del aikido en estas tierras del águila y la serpiente.


Escrito por: SD