viernes, 15 de noviembre de 2013
Seminario Nacional de Aikido en México
domingo, 7 de marzo de 2010
Gran Seminario de Aikido
martes, 19 de enero de 2010
El Aikido Mexicano
Manuscrito No.3
Nuestro Aikido
La vertiente comercial que tomó el aikido mexicano, nuestro aikido, se inicia a partir de los primeros años de los años setenta, coincidiendo con el boom de las artes marciales proyectadas en la pantalla grande; interés y curiosidad mundial, en donde aparecen sus mejores exponentes. Personajes como Ed Parker, John Rhee, Bruce Lee, Mike Stone, Chuck Norris, Jun Chong, Joe Lewis, Bil Wallace, Dan Inosanto, Hirokazu Kanazawa, Benny Urquídez y Fumio Demura, en donde, por su parte, la cinematografía china explota el género al infinito.
En 1968, un poco antes de que se realizaran los Juegos Olímpicos en el país, un norteamericano llamado William S. Fouler, que llegó a la ciudad de México por un tiempo breve, dio algunas clases de aikido en los gimnasios del cordobés Daniel F. Hernández; sin embargo, en esa ocasión, ningún mexicano aprendió lo suficiente como para que se siguieran las prácticas de aikido, o no hubo el suficiente interés de seguir esta modalidad de lucha japonesa, totalmente desconocida en aquellos tiempos.
Iniciándose los años setenta, se empieza a oír que en el norte del país, especialmente en la ciudad de Monterrey, que Ricardo Sosa, está enseñando un nuevo arte marcial, en donde la mayoría de sus alumnos ostentas nociones de judo y karatedo. Este hecho casi coincide con el sucedido en el Distrito Federal, capital mexicana, donde el judoca, Miguel Moreno Segura, quien conocía al arte de Ueshiba desde la década de los sesenta, decide instalar el primer dojo formal en la ciudad para el público interesado. Ya para entonces, con la anuencia del hijo de Morihei Ueshiba, Kisshomaru Ueshiba, que en ese entonces fungía como presidente de la cede central del Aikikai en Tokio, inaugura el “Aiki dojo”, en la calle de Amores, de la colonia Del Valle, en donde posteriormente se conforma
En 1976,
Ya para ese entonces, la primera generación de aikidocas mexicanos se estaba conformando en varios lugares del país Distrito Federal, Monterrey, Mexicali y Jalapa.
En esta década se asientan las bases, en términos organizativos, de lo que en los siguientes años sería el aikido en México, pues empiezan a proliferar las asociaciones, clubes y dojos, que en forma incipiente van conformando a sus instructores y alumnos; ganando terreno ante el interés del público por las artes marciales más exóticas y diferentes a las ya conocidas como el judo, karate, taekwando y ciertas modalidades de kungfu (choy li fut, wing chun y pakua chang). El aikido representó en la oferta marcial de aquel entonces, una alternativa completamente diferente y atractiva para muchos, dando oportunidad al público de acceder a una disciplina de no-agresión, de no-violencia, de conciliación, de armonía, salud y bienestar, y de una profunda y coherente espiritualidad.
Más adelante, en otros Manuscritos, seguiremos comentando reseñas y crónicas del desarrollo del aikido en estas tierras del toloache y del peyote.
Hasta la próxima
SD
sábado, 1 de agosto de 2009
AIKIDO EN MÉXICO
EL AIKIDO EN TIERRAS MÉXICANAS
Manuscrito No. 2
Después de la primera exhibición que se realizó en el Auditorio Nacional en 1968, se le vuelve a invitar al maestro Iwata a tierras mexicanas para una nueva exhibición de Aikido su técnica con sus elegantes y bellos movimientos, más tarde, en los primeros meses del siguiente año, Manzo Iwata, ahora con su esposa Shigeko, juntos con Hachimoto Iwaki, brindaron la primera exhibición de Aikido en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Frontón Cerrado de C.U. Y durante los siguientes 12 años, el Aikido universitario, el primer Aikido que se practicó en México, tuvo como asesor técnico a Shoji Nishio (1927-2005), discípulo del fundador Morihei Ueshiba (O Sensei), aikido que se practicó con ayuda del mexicano, en ese entonces principiante de este estilo, Bernardo Guillermo Hoffner Long, el pionero e introductor del budo en la UNAM.
Por otro lado, tenemos que el año de 1968 y sus Juegos Olímpicos, fue en una de las épocas de mayor exposición de México en el mundo, cuando se da a conocer el arte de Morihei Ueshiba en nuestro país, y que coincide con la política de apertura de la Aikikai de Tokio, (la cual fue fundada en 1948 por Ueshiba), y que para su divulgación masiva, el Hombu Dojo distribuyó a su primera generación de aikidocas por diversos lugares del orbe, que sin embargo, aunque perteneciendo a dicha asociación los maestros, no siguieron exactamente en el estilo de Ueshiba, sino que enseñaron su propia técnica, parecida pero no igual, difundiéndola en sus respectivos dojos, y que muchos fueron independizándose del Aikikai, estableciendo su propio estilo y escuela.
Esta generación de excelentes exponentes del aikido, a su llegada a Europa y América, los directivos del Hombu Dojo no se sentían seguros de dar a conocer de esta forma sus técnicas, a pesar de que mandaban a sus representantes, especialmente elegidos para su transmisión, los delegados del Aikikai, les causaba cierto temor la divulgación del arte de Ueshiba, pues la actitud de los occidentales en su ejercicio hacía temer una vuelta atrás en el aikido, hacia un modo de práctica más cercano al jujutsu, más contundente y más centrado en la técnica y la eficacia. Así los maestros exportados y encargados de la transmisión de este arte marcial en occidente se esforzaron en lograr una práctica suave, libre y descargada de aspectos marciales y defensivos. Que fue exactamente lo que se vio en las primeras presentaciones en tierras mexicas.
La demostración de Manzo Iwata a los universitarios mexicanos, llegó a complementar los demás estilos del budo que se enseñaban y practicaban en los dojos de los planteles universitarios. Esta demostración fue suficiente para que la Universidad se interesara en impartir el aikido dentro de sus actividades deportivas, conformando poco después la asociación universitaria “Aikiunam”. 15 años más tarde, en 1983, comenzaron las clases formales con Izumi Tauchi Koyama, 2°dan, con el consentimiento y apoyo directo de Japón de su instructor, el mencionado Shoji Nishio, 8° dan. En la actualidad la Aikiunam, dentro de BUDO-UNAM, es una de las organizaciones más sólidas y genuinas para el aprendizaje y la práctica del aikido mexicano; cuenta con una plantilla permanente de aproximadamente 200 practicantes en toda la institución universitaria. Izumi Tauchi estuvo por 12 años impartiendo el aikido en la Aikiunam (1983-95).
Más adelante, en otros Manuscritos, seguiremos comentando reseñas y crónicas del desarrollo del aikido en estas tierras del faisán y del venado.
Hasta la próxima
martes, 14 de julio de 2009
EL AIKIDO EN TIERRAS AZTECAS-MEXICAS
MANUSCRITO NO 1
Con este Manuscrito, iniciamos esta serie de historias y reseñas del aikido en tierras mexicanas, que abarcarán todo el desarrollo que ha tenido, desde sus inicios hasta la actualidad. Devenir que se ha dado en forma paulatina y que se ha presentado con sus altibajos modales, típicos de los tiempos modernos que vivimos, con sus ciclos de tipo económicos como culturales.
Tenemos, que una de las primeras exhibiciones del arte creado por Morihei Ueshiba, de que se tiene memoria en tierras del Anáhuac, fue en el singular año de 1968, año en que se celebraban los XIX Juegos Olímpicos. En esa ocasión, dentro del programa olímpico de espectáculos que se realizaron para esa justa deportiva, le tocó al maestro de karatedo Manzo Iwata, dar exhibiciones del “arte de la mano vacía”, estilo shito ryu. Y que a la vez presidió el Primer Torneo Mundial de Karatedo que se llevó a cabo en el Auditorio Nacional, en la capital mexicana.
Para esos años, el aikido del Aikikai de Hombu Dojo de Tokio, se encontraba en plena expansión, pues ya desde años atrás, se enviaban periódicamente maestros exponentes a todos los lugares donde se podría desarrollar el aikido, y para ese año se prestaba adecuadamente el evento y el lugar, pues sería un gran escaparate mundial deportivo y cultural, las Olimpiadas modernas.
Para esos años, el mexicano, sobre todo el residente del DF, ya conocía perfectamente el karate, y en especial el shito ryu, pues desde los finales de los cincuenta, se estaba practicando este budo; hasta se contaba con
La exhibición de aikido en un evento de karate, al parecer no estaba programada, y dice la crónica de esos días que en un descanso de la exhibición de karate, el maestro Iwata, se colocó una hakama y empezó a proyectar y nulificar el ataque de su oponente de una forma, totalmente distinta a la técnica directa y de choque del karatedo. El público, en ese entonces, no entendió de qué se trataba, sólo captó que era otra técnica muy distinta, completamente diferente del karate; y como buen japonés, Manzo Iwata, no dio muchas explicaciones, ni se preocupó de que su público entendiera mínimamente el “camino de la armonía de la energía”. Sin embargo, para el espectador fue toda una revelación y, esa informal demostración se convirtió en un parte aguas en la cultura de las artes marciales en el país. La demostración dejó en el público una velada admiración, ya que sus formas se vieron de una plasticidad y elegancia asombrosa, a diferencia de las katas y el estilo del shito ryu, con su clásica rigidez y tosquedad.
Así fue uno de los primeros encuentros de los mexicanos con el aikido, no es el único, pero sí uno de los más significativos. Más adelante, en otros Manuscritos, seguiremos comentando reseñas y crónicas del desarrollo del aikido en estas tierras del águila y la serpiente.
Escrito por: SD